Jueves 10 de abril de 2014 (rev 12/05/2020)
IVONNE, NUEVAMENTE
por
Denise Pérez Rodríguez
Cuando mataron a Ivonne me hice de la idea,
novata al fin, de que contribuiría a detener en corto plazo con un escrito ( Ivonne. Voces El Nuevo
Dia, jueves 5 de diciembre de 2013, p. 76) la violencia de género. Desde aquellos días otras Ivonnes
con otros nombres y otras caras han emergido. Su pérdida ha dejado no obstante el
mismo dolor y consternación entre los suyos e idéntica desazón para la gente
que anhela una sociedad equitativa y pacífica.
Pero siguiendo las palabras de un joven intelectual del país “Ni la
ignorancia es un derecho ni la ingenuidad una virtud” me dispongo sin caer en
lo último a retomar el asunto consciente de que lograr cambios sociales no es
asunto de actitudes heroicas unilaterales ni improvisación. Requiere humildad, paciencia,
tiempo bien manejado y sobretodo acción informada
y concertada desde diversos focos. Esto último es necesario para encarar lo que los científicos de la conducta humana y
social llaman un problema perverso, dudoso rango que parece haber ganado la violencia
contra la mujer.
Me propongo en este escrito identificar otras formas con que yo desde
mi foco puedo contribuir a eliminar este mal social. Estas ideas pretenden
iluminar a otras personas que como yo tienen poca experiencia en las luchas
sociales, pero conciencia creciente de la responsabilidad individual de
contribuir a hacer una sociedad mejor digna de los talentos y capacidades con
que ha sido imbuida la raza humana. Para
este propósito trataré de hilar fino en torno a la personalísima teoría ¿grounded?
Planteada por mi en el artículo citado. En aquel momento afirmé que la
respuesta a las preguntas en torno a la expresiones del asesino de Ivonne para
justificar su acto “fue una de esas cosas que
se le meten a uno cuando las mujeres hacen ciertas cosas…” estaba “en ciertos patrones de pensamiento
producto de una sociedad que persiste en privilegiar al varón...Expresiones similares habrán
reverberado en la mente de tantos otros quienes, minusvalorándola, han vejado,
golpeado o asesinado una mujer. Urge estimular nuevas formas de pensar”. Sugerí entonces como instrumento
de cambio la educación con perspectiva de género. Así
la describí:
“”propone desaprender creencias y eliminar en todo ámbito
las actitudes, expresiones y acciones promovedoras de desigualdad entre hombre
y mujer. Considera posibles y deseables esquemas igualitarios. Llama a las
personas a liberarse de roles asignados solo en razón de su sexo, no de sus
capacidades y talentos, y a ampliar así sus espacios de expresión. Conmina a las instituciones, principalmente a las
responsables de formar el carácter: hogar, escuela, iglesia, a insertar
organizadamente esta óptica en sus prácticas””
Esto me lleva a preguntarme como componente del
principal sistema formador del carácter, el hogar ¿Cuál es mi deber en términos de promover
la igualdad entre géneros? ¿Qué me resta por hacer para asegurar que mi familia
camine por la vida en rutas de equidad y justicia? ¿Cómo puedo unir mi esfuerzo personal a las
iniciativas colectivas dirigidas a atender este mal social? Mi meta es responder estas preguntas pronto, como guia de acción.
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